Divorcio de Hijos y Padres

El juez golpeó la mesa con el martillo, y solemnemente pronunció la sentencia:

"Concedida la demanda, Gregory queda divorciado de Raquel"; pero en este caso, se refería al divorcio en sentido figurado, porque quien se divorciaba era un niño de doce años de edad.

El menor había solicitado en un tribunal de la Florida en los Estados Unidos, divorciarse de su madre Raquel, para poder ser adoptado legalmente por Jorge y Liz, la pareja que lo había prohijado. El juez concedió este extraño divorcio, porque Raquel, la madre, había abandonado por completo a su hijo prácticamente desde que nació.

En la actualidad, los divorcios no son excepcionales, pero este divorcio es singular porque lo solicitó contra su madre un niño de doce años. La madre era drogadicta, mujer de bares y clubes nocturnos, de hombres, de fiestas y de abandono.

En los doce años de la vida de Gregory, Raquel nunca fungió como verdadera madre; fue madre biológica, y nada más. El niño nunca tuvo cariño, ni educación, ni cuidado. En cambio, la otra pareja le dio todo lo que un niño necesita: amor, protección, consejos y la palabra mágica: "hogar".

Lo cierto es que, el hogar y la familia están sufriendo un ataque despiadado por parte de fuerzas enemigas, como lo son: El desapego de los padres hacia los hijos, la libertad excesiva, los vicios desenfrenados, la inmoralidad desvergonzada, y la falta de valores morales y espirituales.

¿Qué consecuencias trae el derrumbe del hogar, especialmente entre los adolescentes?

Drogadicción, pandillerismo, relaciones sexuales ilícitas, es decir fuera del matrimonio; embarazos indeseados, delincuencia juvenil, etc. Todos estos males tienen origen en hogares que no son hogares, sino solo casas, de cuatro paredes frías y sin alma.

¿De dónde proceden todos estos males sociales?

Proceden de un gran divorcio previo, cuando el hombre (el ser humano) se divorció de Dios. Todos los males que hay en el mundo, y la lista es larga, provienen de aquel gran divorcio que Adán y Eva hicieron de Dios, su Creador y Padre. Sin embargo, es posible reconciliarse con Dios y volver a renovar los votos. Hay sanidad en la familia cuando se restablece esta comunión.

Sometámonos al señorío de Jesucristo. Cuando Él es El Señor de nuestra vida, de nuestro matrimonio y de nuestro hogar, todo cambia de una manera maravillosa.

Tu amigo y hermano,
Anibal Matamoros/Evangelista.

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Y salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas. Marcos 6.34