"Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno." Romanos 12:3
La niebla invernal estaba espesa esa mañana. El tránsito se movía lentamente, y cada motorista ponía más atención que de costumbre. El conductor del tren que pasaba por la ciudad, hacía sonar insistentemente la alarma en cada paso a nivel.
También estaba espesa la niebla en la mente de María Castaneda, madre de treinta y seis años de edad, espesa de droga. Y María iba empujando un carrito de esos que se lleva en el supermercado, cuando las ruedas se atascaron en las vías del tren. En el carrito iba su hijita Crystal, de dieciocho meses.
Al ver que se acercaba el tren la mujer no supo atinar nada; se quedó como congelada en medio de las vías; así estaba cuando el tren las arrolló a las dos. Es muy serio el problema para el tránsito de vehículos que causa una niebla espesa, provoca muchos accidentes de motoristas desprevenidos. Así mismo, es de serio el problema que causa la niebla del alcohol y de la droga en el cerebro humano.
Los testigos de aquel accidente, dijeron que la mujer tuvo tiempo para salvarse, de haber estado en buena condición de su facultades. Hay muchas nieblas que ofuscan y entorpecen el alma humana. No es solamente la niebla de los estupefacientes, los prejuicios personales que nos atan y nos dominan, son también niebla que enturbia nuestro juicio.
Muchas veces cometemos errores dolorosos porque nos dejamos llevar de un prejuicio personal, que con el tiempo, descubrimos que carecía de razón.
El egoísmo es otro estupefaciente, nos lleva a pensar solo en nosotros mismos, y adormece nuestra conciencia. Creer más de lo que debemos en nosotros mismos, animarnos a nosotros mismos, justificarnos a nosotros mismos creyéndonos superiores a todos los demás, es una gran niebla que enturbia nuestra alma.
Las muchas ideologías humanas, filosofías y religiones, son también nieblas que nos impiden ver la clara la luz de la verdad de Dios, como también la neblina de nuestra propia desorientación.
Cristo, la luz del mundo, desea ser luz de nuestra vida. El enemigo de la luz, Satanás, está detrás de todas estas nieblas ideológicas, metafísicas, filosóficas y religiosas que nos impiden ver la verdadera luz que es "Cristo Jesús".
Dios te bendiga.
Tu amigo y hermano,
Anibal Matamoros/Evangelista.
www.AnibalMatamoros.com
Porque Dios quiere bendecirte.
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La niebla invernal estaba espesa esa mañana. El tránsito se movía lentamente, y cada motorista ponía más atención que de costumbre. El conductor del tren que pasaba por la ciudad, hacía sonar insistentemente la alarma en cada paso a nivel.
También estaba espesa la niebla en la mente de María Castaneda, madre de treinta y seis años de edad, espesa de droga. Y María iba empujando un carrito de esos que se lleva en el supermercado, cuando las ruedas se atascaron en las vías del tren. En el carrito iba su hijita Crystal, de dieciocho meses.
Al ver que se acercaba el tren la mujer no supo atinar nada; se quedó como congelada en medio de las vías; así estaba cuando el tren las arrolló a las dos. Es muy serio el problema para el tránsito de vehículos que causa una niebla espesa, provoca muchos accidentes de motoristas desprevenidos. Así mismo, es de serio el problema que causa la niebla del alcohol y de la droga en el cerebro humano.
Los testigos de aquel accidente, dijeron que la mujer tuvo tiempo para salvarse, de haber estado en buena condición de su facultades. Hay muchas nieblas que ofuscan y entorpecen el alma humana. No es solamente la niebla de los estupefacientes, los prejuicios personales que nos atan y nos dominan, son también niebla que enturbia nuestro juicio.
Muchas veces cometemos errores dolorosos porque nos dejamos llevar de un prejuicio personal, que con el tiempo, descubrimos que carecía de razón.
El egoísmo es otro estupefaciente, nos lleva a pensar solo en nosotros mismos, y adormece nuestra conciencia. Creer más de lo que debemos en nosotros mismos, animarnos a nosotros mismos, justificarnos a nosotros mismos creyéndonos superiores a todos los demás, es una gran niebla que enturbia nuestra alma.
«No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.
Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.»
1 Juan 2.15-17.
Las muchas ideologías humanas, filosofías y religiones, son también nieblas que nos impiden ver la clara la luz de la verdad de Dios, como también la neblina de nuestra propia desorientación.
Cristo, la luz del mundo, desea ser luz de nuestra vida. El enemigo de la luz, Satanás, está detrás de todas estas nieblas ideológicas, metafísicas, filosóficas y religiosas que nos impiden ver la verdadera luz que es "Cristo Jesús".
Dios te bendiga.
Tu amigo y hermano,
Anibal Matamoros/Evangelista.
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